Una tarde de otoño perfecta se compone de paseos, juegos y actividades en la naturaleza y una deliciosa merienda al volver, con aroma de manzanas y canela.
Salir al aire libre siempre, sal a la naturaleza, sal con cualquier clima y en cualquier estación. Pasar un rato al aire libre todos los días fortalece el sistema inmunológico, es beneficioso para el desarrollo psicofísico, combate el sobrepeso y es una panacea para el estado de ánimo. Para grandes y pequeños. Después de salir a aventurarse por el bosque, la alegría es aún mayor. Cuando las hojas se tiñen con los tonos cálidos y dorados del otoño, el suelo se llena de pequeños tesoros para recoger. A continuación, algunas actividades para hacer en el bosque esta temporada, para divertirse al aire libre con cualquier clima. Y a la vuelta, nos espera una deliciosa merienda a base de manzanas aromatizadas con canela.
¡Una maravilla!
Mandala de otoño
Las hojas amarillas, rojas y doradas del otoño son las protagonistas de un maravilloso mandala para crear en el bosque. La actividad comienza con una búsqueda de pequeños tesoros: además de las hojas caídas, buscamos piñas, leños, piedras. Una vez que hemos reunido el botín buscamos un espacio plano y sin hierba para realizar el mandala. Intentamos hacer un diseño recurrente, pero sin forzar demasiado la imaginación y la creatividad de los niños.
La cocina de barro
La actividad más relajante de la supervivencia o bushcraft es una cocina sencilla, básica en su estructura pero infinitamente divertida. La cocina de barro – o mud-kitchen – es un juego simbólico y de rol en el que intervienen todos los sentidos. En su versión más sencilla, perfecta para una tarde de otoño, basta con habilitar un espacio al aire libre donde los niños puedan jugar, experimentar y cocinar con los elementos naturales que se encuentran alrededor, como tierra, agua, barro, arena, hojas y piedras. Con ellos pueden crear y servir apetitosos menús a base de pasteles, albóndigas, pasta y helados.
Juego de memoria con las hojas
El desafío de memoria perfecto para el otoño comienza con un paseo por el bosque en busca de muchas hojas (caídas) diferentes. El objetivo de esta búsqueda del tesoro, es encontrar muchas parejas de hojas con distintas formas, tamaños y colores para mayor variedad y diversión en el juego. Una vez de vuelta en casa, dejamos secar las hojas entre las páginas de un libro. Luego recortamos cuadrados de cartulina blanca de aproximadamente 8×8 cm y pegamos los pares de hojas. Dejamos secar y si lo deseas aplica una barniz protector transparente sobre las tarjetas para que duren más.
Descubriendo animales y plantas
Buscar y reconocer las huellas de los animales que habitan en el bosque es una actividad muy divertida, pero siempre hay que mantener hacia ellos una actitud de respeto y distancia correctas. Los animales dejan marcas de su paso y poder reconocerlos es una arte para perfeccionar: buscamos huellas, plumas o intentamos escucharlos en el silencio para reconocerlos a partir de estas pistas. El mismo juego de conocimiento se puede hacer con las plantas o con el canto de los pájaros. Un par de prismáticos, una lupa y una linterna para las horas nocturnas dan un toque extra de diversión a estas actividades de exploración. Y para saber más puede ser útil llevar un libro o descargar una App (como iNaturalist) que nos ayude a identificar correctamente plantas y animales.
Magdalenas con manzanas y canela
¿La merienda perfecta de otoño para disfrutar a la vuelta de una tarde divertida en le bosque? Estas magdalenas esponjosas combinan la delicia de la manzana, el aroma de canela y un crumble crujiente.
¿Qué más se puede desear?
Ingredientes:
Crumble:
- 60 g de azucar moreno
- 1 cucharada de azúcar granulado
- 1 cucharadita de canela
- 50 g de mantequilla derretida
- 80 g de harina
Para el glaseado (opcional):
- 100 g de azúcar en polvo
- 1 cucharadita de agua (o leche)
Para las magdalenas
- 220 g de harina
- 1 cucharadita de bicarbonato
- 1 cucharadita de levadura
- 1 cucharadita de canela
- 110 g de mantequilla blanda
- 100 g azúcar moreno
- 50 g azúcar granulado
- 2 huevos, a temperatura ambiente
- Un yogur de 150 g
- 2 cucharaditas de extracto de vainilla (o un sobre de vainilla)
- 60 ml leche
- 180 g manzanas en cubos (aproximadamente dos manzanas pequeñas o una grande)
Instrucciones
Precalentar el horno a 220°C. Cubrir un molde de magdalenas con papel de horno.
Para el crumble: en un bol, mezclar el azúcar de caña, el azúcar granulado y la canela. Añadir la mantequilla derretida y la harina y mezclar con un tenedor. No revolver demasiado, el crumble debe tener una consistencia similar a unas migas grandes.
Para las magdalenas: en un bol, mezclar la harina, el bicarbonato de sodio, la levadura, la canela y la sal.
En otro bol, usando un batidor eléctrico o un robot de cocina, batir la mantequilla durante unos dos minutos para que se ablande y se vuelva cremosa. Añade los dos tipos de azúcar y sigue batiendo hasta que la mezcla esté suave y cremosa.
Añadir los huevos, el yogur y el extracto de vainilla.
Continuar a velocidad media durante un minuto, luego aumentar la velocidad hasta que la mezcla esté casi cremosa.
Raspar los lados y el fondo del bol con una espátula de silicona para asegurarse de que todo está bien mezclado.
Incorporar los ingredientes secos y batir, luego verter la leche y mezclar bien. Finalmente, añadir las manzanas en cubos y mezclar con una cuchara para que estén uniformemente distribuidas dentro de la mezcla.
Distribuir la masa en los moldes, llenándolas hasta el borde (pero no más!). Cubrir cada magdalena con un poco de crumble, presionando suavemente para que se adhiera.
Meter en el horno caliente durante 5 minutos a 220°C, luego baje la temperatura a 175°C y cocine por otros 15-18 minutos, hasta que al insertar un palillo en el centro salga limpio. Dejar enfriar las magdalenas durante 5 minutos en el molde, luego pasarlos a una rejilla para que se enfrien por completo.
Para el glaseado: en una bol pequeño, mezclar azúcar en polvo y agua (o leche) hasta obtener una crema que se puede untar sobre las magdalenas.
Se pueden conservar tapados a temperatura ambiente durante unos días o en el frigorífico hasta 1 semana
Al aire libre con cualquier tiempo
Jugar en el bosque, sí, pero con la ropa adecuada. Compuesta de capas para ponerse o quitarse dependiendo de la temperatura y la intensidad del juego. Bien chaquetas acolchadas, pantalones suaves y cálidos, sin olvidar las bufandas, o gorros y guantes. En los pies zapatos o botines con la parte superior suave y cálida, y con suelas robustas y flexibles, y mejor aún si son con membrana GORE-TEX, que funciona como barrera contra la humedad.
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*Artículo escrito en colaboración con Giovani Genitori