I PRIMI PASSI

Breve crónica de una gran conquista

Sin prisa pero con determinación. De este modo el niño aprende a caminar: un intento después de otro, un paso después de otro.

El desarrollo motor representa una fase importante del crecimiento, porque corresponde a la conquista de la autonomía. Por lo general, los niños completan esta fase en un período de tiempo que va de los 10 a los 24 meses, aunque es conveniente no hacer comparaciones porque cada niño tiene sus propios tiempos que deben ser respetados.

En todos los casos, la conquista de la autonomía pasa por dos fases diversas.

La fase de afianzamiento

En los meses siguientes el esfuerzo del pequeño estará totalmente orientado a la conquista de mayor seguridad en los propios pasos y en el intento de moverse sin ningún apoyo.

En esta fase los padres pueden ayudar al niño sosteniéndolo y acompañándolo en pequeños paseos por la casa y dándole seguridad en sus intentos de caminar desplazándose de un apoyo a otro. El ejercicio más eficaz es el de ponerse de rodillas a poca distancia del niño, ponerlo de pie apoyando sus hombros a la pared y ofrecerle nuestros brazos abiertos: el pequeño no resistirá el deseo de alcanzarnos y dará los primeros pasos solo sin ningún temor.


Es obvio que en esta fase el niño todavía no es capaz de controlar plenamente sus movimientos, todavía no adquirió la perfecta noción de las distancias y no tiene la rapidez para corregir las posibles pérdidas de equilibrio. Caídas y pequeños accidentes serán comunes, pero también en estos casos no se deben seguir sus intentos con aprehensión o con ansia y se debe resistir a la tentación de ayudarlo o de protegerlo. En el transcurso de pocos meses sus pasos se volverán más seguros y más rápidos, hacia una autonomía que en breve se transformará en capacidad de correr y de saltar.

Los primeros movimientos

La primera etapa está representada por la conquista de la posición erguida y por los primeros pasos continuos. Después de haber aprendido a gatear el niño terminará por buscar, en su vagabundear en cuatro patas, un sostén que lo ayude a ponerse de pie: el borde de un diván, la pata de una mesa, el ángulo de una habitación. Sosteniéndose como puede el pequeño intentará ponerse de pie, terminando las primeras veces por encontrarse frecuentemente con la colita en el suelo.

Sus intentos deben ser respetados, sin intromisiones ni temores: el pañal amortigua los golpes y nuestra preocupada intervención podría provocar ansia en el pequeño y retardar su conquista.

 

En esta fase, como en las siguientes, la tarea de los padres es principalmente la prevención: alfombras y pisos deben mantenerse limpios, obstáculos y adornos peligrosos, al alcance del niño, deben ser retirados rápidamente.
Una vez que conquista la posición erguida el pequeño intentará dar sus primeros pasos, sosteniéndose siempre en un apoyo. En esta fase conviene disminuir el tiempo que pasa en el parque para bebés, que no le ofrece grandes posibilidades de movimiento, dejando al pequeño la disponibilidad de un espacio más amplio. Seguramente su caminar será inseguro así como la posición abierta de sus piernas podrá parecer antinatural: no sólo por la presencia del pañal sino también porque busca una mayor estabilidad.

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